
Inteligencia Emocional “Cerebro con corazón o corazón con cerebro”
Por Miguel R. Hernández, MD*
Inteligencia emocional es un término cada vez más popular desde su introducción al mundo científico por Wayne león Payne en 1985. Los Psicologos Peter Salovey, John Mayer en 1990 y luego Daniel Goleman en 1995 con la publicacion de su Libro “La Inteligencia Emocional”, contribuyeron significativamente a la expansión y distribución de este conocimiento. Muchas personas, sobre todo las ajenas al ambiente médico o de la salud mental, desconocen su verdadero significado y la importancia de su aplicación para lograr éxito en las relaciones personales, académicas y profesionales. Consideramos pues, de suma importancia compartir con el lector sobre este interesante tema, con la intención de aprender sobre como pudiéramos simbólicamente tener un cerebro con corazon o porque no decir, un corazon con cerebro.
Inteligencia emocional se refiere a la habilidad de identificar, comprender y regular las emociones propias y las de los demás. La inteligencia emocional abarca, autoconciencia, autorregulación, empatía, motivación y habilidad social. Casi cinco décadas después de que David Weschler describiera inteligencia intelectual, Howard Gardner en 1983 demostró que existían Inteligencias múltiples. Así que una persona puede ser más inteligente que otra para la música debido a su inteligencia musical, algunos pueden ser buenos bailarines gracias a su inteligencia corporal, mientras que otros, resuelven fácilmente los problemas de algebra y aritmética con la ayuda de su inteligencia lógico-matemática.
La inteligencia intelectual o cognitiva se relaciona con la capacidad de aprender nuevas cosas, pensamiento racional, analítico y lógico, habilidades matemáticas, verbales y espaciales. De manera distinta, la inteligencia emocional encierra el potencial de entendimiento, el manejo de nuestras propias emociones y de las ajenas y la destreza de estar en sintonía con el mundo, mientras nos encargamos de nuestra propia vida (Steven J. Stein PhD).
Existen pruebas o test para medir la inteligencia emocional como son las pruebas de auto reporte EQ-i del Dr. Reuven Bar-On, la de evaluación de 360 grados (EQ-360) y la prueba más usadas que son las de actuacion MSCEIT (Mayer, Salovey y Caruso Emocional inteligencia test).
De acuerdo con varios expertos en inteligencia emocional, las personas emocionalmente inteligentes usualmente están conscientes o alerta de sus emociones, las expresan fácilmente juntos con sus creencias a los demás, conocen sus propias fortalezas y debilidades. Por lo general, saben hacia donde van en la vida, las gentes sienten que los escuchan, tienes muchos amigos, viven en un mundo real y frecuentemente son muy felices. Este tipo de personas salen de situaciones de stress sin mucha ansiedad, ven la parte positivas de las cosas, como dicen, ven el vaso medio lleno y no medio vacío, siendo capaces muchas veces de resolver también problemas ajenos.
En contraste, las personas menos inteligentes emocionalmente sobrevaloran sus propias habilidades, son pasivos agresivos en la comunicación con los demás, tienen pocas metas en sus vidas, ven el lado obscuro de las cosas, se les dificulta adaptarse a los cambios, se sienten rechazados, no son felices en la vida y desconocen la conexión entre emoción, pensamiento y conducta.
El sistema límbico, el cual contiene estructuras cerebrales como el tálamo, hipotálamo, la amígdala cerebral, el hipocampo y la corteza prefrontal, está directamente involucrado en la anatomía de las emociones, siendo este como el centro o laboratorio de procesamiento de la inteligencia emocional. Es como si los seres humanos tuvieran dos mentes, una piensa y la otra siente.
Cabe destacar que la inteligencia emocional y la inteligencia intelectual no son conceptos opuestos sino más bien distintos, es muy raro encontrar una persona con un alto cociente intelectual y una muy baja inteligencia emocional o viceversa. Existe una ligera correlación entre inteligencia cognitiva y algunos aspectos de la inteligencia emocional, aunque muy bajas para que resulte claro que estas son entidades totalmente independientes (Daniel Goleman, La Inteligencia Emocional, pag.65).
La inteligencia emocional puede modificarse y mejorarse. Para cambiar las emociones debemos identificarlas, reconocer las emociones negativas y estar alerta para leerlas a través de las otras personas. Una vez que estamos conscientes de las emociones negativas, debemos tratar de cambiarlas por emociones positivas utilizando técnicas cognitivas y conductuales como el ABCDE de las teorías de las emociones del Dr. Albert Ellis. Así también, con la ayuda de un buen profesional de la salud mental podemos explorar y aprender más, durante sesiones terapéuticas, sobre estas técnicas y aplicarla a las actividades cotidianas del hogar, la escuela, la universidad o el trabajo.
Algunos de los beneficios de una buena inteligencia emocional son: mejora el autoconocimiento, la capacidad de tomar decisiones, las relaciones interpersonales, el sueño y el rendimiento laboral; protege y evita el stress, favorece el bienestar psicológico y mental, reduce la ansiedad y ayuda superar la depresión; aumenta la motivación y ayuda alcanzar metas.
En conclusión, la inteligencia emocional juega un rol muy importante en el éxito de la vida del hombre y la mujer. Por último, aprender a identificar nuestras emociones y las de los demás pudiera aumentar significativamente la empatía del ser humano hacia sus semejantes, mejorando así, la misión altruista y de caridad universal de los individuos, que tanto necesita el mundo hoy día.
*Miguel R. Hernández M.D.
Psiquiatra certificado por la Asociación Americana de Psiquiatría y Neurología (ABPN)
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Fuentes Bibliográficas:
La inteligencia emocional, Daniel Goleman, Emotional Intelligence for Dummies, Steven J. Stein PhD; https://psicologiaymente.com/psicologia/beneficios-inteligencia-emocional; El cerebro y la inteligencia emocional, Daniel Goleman; Emotional Intelligence , Robert Parkes; Wikipedia.